21 septiembre, 2011

AVENIDA DEL DESENGAÑO

Hay rostros que mienten.
Bueno, quizá lo anterior sea incorrecto.
Puede que solo sean las miradas las encargadas de delatar esos espacios sustraídos a la verdad.
Aunque, en puridad, posiblemente lo más revelador sean esos tres segundos de silencio en los que la conversación permanecen suspendida de un invisible hilo todopoderoso...
Sí, al menos podría intuirse la presencia de esa sensación...
En su mirada, en sus silencios, en el impostado modo en que recobró la frase, mientras sus ojos se perdían en la lectura del nombre escrito en la placa de la calle.
Avenida del Desengaño.
Y algo pretextaba que esa misma Avenida denominaba un pasado concienzudamente cubierto del más impenetrable tenebrismo.
Su mirada mentía... en aquella otoñal tarde de Madrid.

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