12 septiembre, 2011

LA CAÍDA EN LAS SOMBRAS


La pesadilla, al menos el recuerdo que quedó de ella, transcurría del siguiente modo. Él salía una mañana de su piso y, en la puerta del edificio, un taxista le esperaba con la ventanilla bajada. Desde su interior, atronadora, la melodía de "Born in the USA" de Bruce Springsteen. Algo, en el interior de su cuerpo, le decía que no debía de subir en ese automóvil. Pagaba al taxista y le pedía que continuara su camino. Avanzaba por la calle y accedía al Metro. En las paredes, escritas con rotulador permanente, las primeras estrofas de la canción ("Born down in a dead man's town, the first kick I took was when I hit the ground"). Aceleraba el paso, escapando, y conseguía acceder en el vagón en el segundo previo a que sus puertas se cerraran. Y, de nuevo, la misma música se escuchaba por los auriculares de un joven que, despreocupado, leía el diario gratuito de la mañana. Aterrado, descendía en la primera parada, se encerraba en el ascensor y, tras una escalofriante subida, se internaba en lo que se antojaba una lujosa discoteca al aire libre. Al fondo, majestuoso, un escenario perfectamente preparado. De repente, una mano fuerte le atenazaba por detrás, impidiéndole girarse para comprobar su identidad. Le situaba en primera fila, ubicado en un lugar privilegiado, justo cuando las luces del recinto se apagaban y los focos proyectaban chorros luminosos hacia el taburete que ocupaba el centro de las tablas. Entonces aparecía Bruce. Solo, con su guitarra, y comenzaba a cantar esa canción. Y, a su lado, una mujer la tarareaba mientras le mantenía sujeto. Y él lo comprendía todo... Y rompía a llorar.

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