15 marzo, 2009

DEFINICIONES



Si piensa que es capaz de definir el horror es porque, aún, no lo ha conocido.


Siempre existe la posibilidad de modificar todo lo actuado... quizá casi siempre.

En todo caso, y como declaración de principios insoslayable ante cualquier (tipo) de creación, el comienzo de la misma ha de alzarse como un referente básico (un lugar al que volver si todo lo demás aparenta estar errado).

Hace unos años, no recuerdo exactamente cuántos (y mucho menos cómo), la vida me presentó el magisterio, la lucidez y la inspiración de Roberto Bolaño (que está en los cielos).

2666, obra póstuma e inacabada (o, cuanto menos, no corregida) del chileno afincado en Blanes, se mostró como el mejor acercamiento al que, pasados unos años, se ha convertido en el novelista de culto (de esa Literatura que, afortunadamente, huye de conceptos como el "best-seller") del concierto internacional.

Ávido e insaciable, como todos los que escuchan la voz de Bolaño, conocí las aventuras y la filosofía de Ulises Lima y Arturo Belano en la escenificación cumbre de la búsqueda del ideal, Los detectives salvajes (con diferencia el volumen que en más ocasiones he recomendado y, lo que no resulta baladí, más veces he regalado... La misión de apostolado supera lo religioso).

Según cuentan (mantendré con firmeza que resulta más apropiado no acercarse a los héroes que uno estima), RB fue un luchador metódico, revolucionario y de salud endeble.

Sus palabras (o las puestas en boca de sus personajes), según suele ser habitual, hablan más de él que cualquier otro tipo de documento o vivencia tercera.

Puede que muchos se pregunten cómo este Refugio (del horror) inicia su andadura trayendo a su cabecera al genio chileno... Imaginemos que, como todo escritor, RB visitaba con frecuencia esa delgada línea del abismo...

Sean buenos.

1 comentario:

  1. Qué sorpresa encontrar a un ángel caído. Me gustó su refugio, parece un buen sitio para esconderse*

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