19 junio, 2011

EL MANIFIESTO DE LAS RATAS


Todas las ratas del suburbano se reunieron en asamblea extraordinaria y adoptaron un unánime acuerdo que hoy me notificaron por vía postal.
Varias noches antes, resguardado en la cómplice oscuridad de sus túneles no transitados, evoqué la luna visitada por los colores flúor del óleo que pintaste.
Mis lamentos llenaron el espacio comprendido entre las vías, los andenes, las escaleras y hasta los recodos más inhóspitos del subterráneo.
En los antecedentes fácticos de su resolución, el colectivo animal narra, con todo lujos de detalles, las nefastas consecuencias provocadas para con la estabilidad emocional de sus congéneres por mi derrumbe escenificado en primera persona (la cursiva es del propio texto).
Con cierto estupor, contemplo que la sensibilidad de mis heridas ha sido perfecta y nítidamente transmitida en mi pretendido soliloquio, desconcertando la paz cotidiana de la camada de alimañas del tenebrismo.
El documento, que he leído pausadamente y subrayando sus aspectos fundamentales, ha caído de mis manos al llegar a su parte final, en la que las ratas, de modo coercitivo pero cortés, imploran que les evite un sufrimiento de tal cariz en lo sucesivo.
Lo refieren con una mezcla de compasión y caridad, pero advirtiendo de las medidas de potencial represión que actuarían en caso necesario.
Resulta curioso, su resolución es esperanzadora y señalan puntos en un futuro que, al menos desde esta perspectiva, distan bastante de ser reales.

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