02 junio, 2011

LA NIÑA DEL BRAZO ENYESADO

Que la niña tuviera un brazo enyesado podría parecer, a primera vista, un azar del destino...
Pero su mirada, traviesa y de hielo, tranquila y pausada mientras el cielo se desplomaba sobre la cabeza de una ciudad aquejada por el temporal de sobredosis de velocidad, revelaba un avezado conocimiento del futuro... si es que éste existía.
El sonido de las sirenas se había convertido en la música de fondo del escenario urbano que se derrumbaba, debilitando el ensordecedor y herrumbroso clamor de los edificios al arrodillarse como el boxeador en trámite de cuenta de diez irremediable.
Y la niña, con su brazo enyesado, se sonreía en una mueca privada de la inocencia de la niñez.

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