25 julio, 2011

FX-375



Salió de la consulta con los papeles garabateados (incomprensibles para cualquier lector medio que no hubiera cursado estudios relacionados con la Medicina o la Farmacia) y una sensación de inquieta tranquilidad.
El farmacéutico le envolvió la caja y le recomendó que comenzase las tomas un par de horas antes de ir a dormir.
El hombre sentía que su prolongada pasión por el tabaco no iba a concluir por un revolucionario tratamiento médico con nombre de prototipo de vehículo, FX-375, probado con éxito en ratas.
Maldita sea, ¿cómo que FX-375? Y, por Dios, ¿desde cuándo los roedores fumaban?
Continuando una más que asentada tradición, sacó las pastillas de sus envoltorios individuales, las depositó en un frasco transparente y condujo la primera hacia su interior con un trago de cerveza helada.
A la hora y media comenzó a sentir un repentino cosquilleo en la zona del bajo vientre que le recordaba el inicio de una erección.
Apenas ocho minutos más tarde, la consumación de sus presagios era más que patente, y, en una broma interior, se sonrió al felicitarse por superar en medida horizontal a la propia vertical.
Además de eso, y quizá más importante, había perdido sus antes inevitables deseos de fumar antes de acudir a la cama... Ese ritual.
Su mujer cuando le adivinó entre las sábanas, abrazó su presencia con alegría, hasta que, pasados unos veinte minutos, y tras su negativa a aceptarle el cigarrillo del post, le espetase: "¿esas pastillas son siempre así?".
La noche siguiente continuó por los mismos derroteros que la previa y el yermo terreno en el que se había convertido el lecho conyugal era, ahora, noche tras noches, una fiesta que no culminaba hasta bien entrada la mañana.
Fue una madrugada, mientras él buscaba despertar a su esposa, con calculadas caricias y besos furtivos, cuando las alarmas se encendieron.
La voz que escapaba por su boca no se compadecía con las órdenes que su cerebro dictaba.
Y cundió el pánico.
La mujer le miró extrañada.
Él era incapaz de coordinar su léxico y la perorata parecía construida por un joven mocoso que apenas ha descubierto los sonidos de las sílabas conjuntadas.
Abrió su ordenador y descubrió que se estaba investigando una sospechosa ola de suicidios en todo el mundo.
Las primeras autopsias revelaban la presencia, en los cuerpos de los finados, de los componentes de un revolucionario medicamento de ataque contra la adicción al tabaco.
Trató de hablar... pero no pudo.

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