08 noviembre, 2009

EL SUEÑO DE SÍSIFO (LA AGONÍA DE CELAN)


Como Celan, abandonado a su insalvable fin, en el arrullo de las aguas, voluntariamente acogidas del Sena.

Y, mañana, a las ocho, aunque no logres entenderlo, continuarán siendo las ocho.

Escucho tus "te quiero" y sostengo el impulso de imaginarlos en tu boca dirigidos a cierta, pero real, otredad.

Como Celan, mitigada, episódicamente, la consciencia por la pérdida de oxígeno, acunado en las corrientes del río.

Los maniquíes, desprovistos de ropa en el almacén, me retan con su mirada a una espiral de locura y desasosiego que firmaré sin reparar en las condiciones reguladas en letra pequeña.

El calendario futuro habla de deseos y restricciones... Con el viento, las vicisitudes del alejamiento convierten las noches en una impecable cárcel de lúgubres imaginaciones.

Como Celan, asumiendo un Destino inequívoco, perdiendo las referencias vitales de un existir adverso.

Soñé con postales que, sin embargo, habías resquebrajado sin piedad.

Evadí el tempus fugit hasta que la consciencia golpeó mi irrealidad, como un vendaval que barre la cotidianidad , el ilusionante empuje de la batalla.

Como Celan, sumiso ante el final.

Algunas norias continúan girando, acariciando el cielo y transmitiendo, en susurros entrecortados, los más bellos poemas que había imaginado recitarte mientras dormías al cobijo de mi pecho.

Mientras los animales corretean y cruzan, malhumorados y desorientados por las luces, las carreteras secundarias que transito sobrio (que es ebrio de recuerdo y nostalgia).

Como Celan, yerto, inane, a expensas del balanceo del agua.

Un leve movimiento me avisa de tu llegada.

Recuerdo el pasado, imagino el presente (en las postrimerías de mi última exhalación solo pediría perdón por lo no hecho).

Como Celan, convencido.

El viento entrecorta esta noche de noviembre en la que el calor de mis abrazos no encuentra el temblor de tu aterido cuerpo.

Y la paciencia comulga con el verbo persistir.

¿Dónde duerme Sísifo?

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