07 marzo, 2011

VISIÓN (EN TRES ACTOS)


Divagaba en la soledad de una triple compañía que le escuchaba sonriendo. "Me encuentro en sintonía con el mundo...".
El erizo de mar, curiosamente, era de menor calidad que el que habitualmente servían. "Después de muchos años, creo que éste es el país en el que quiero vivir".
La cerveza, y el camarero era plenamente consciente de ello, estaba caliente.
"No puedo razonar más
-mintió. Es el paso, bueno... mi paso hacia... ¿cómo demonios explicarlo?... El dulzor del éxtasis".
Las sirenas de la ambulacia móvil se detuvieron en la puerta de entrada del restaurante.
* * *
En el asunto del correo electrónico, en un perfecto castellano, la remitente, escandinava, dentro de la generalidad de un nombre impronunciable, había colocado un revelador "la longitud misteriosa".
Pulsó repetidamente con el cursor del ratón sobre el mensaje, que se encendía en un azul cada vez más oscuro, tendente al negro. La pantalla del ordenador fundió en negro, con un minúsculo punto blanco justo en el centro. Tres segundos después, cuando estaba a punto de descolgar el teléfono para comunicar con el servicio de incidencias de urgencias, el archivo se abrió. Sonrió al confirmar que se trataba de publicidad sobre un potenciador eréctil.
* * *
"Descuide, yo me ocuparé de sus maletas". La tormenta era torrencial y la alfombra roja que daba acceso al hotel se encontraba empapada. El hombre permitió que le arrebataran las maletas con ruedas, pero retuvo en su poder el maletín con el ordenador portátil. Formalizó su entrada, facilitando un nombre falso, y preguntó si estaba disponible el servicio de Wi-Fi. "Esta tarde, señor, estamos sufriendo una serie de inexplicables problemas de conexión".
Se giró y detuvo su mirada en los números rotulados en la enorme llave de su habitación.
"Les agradecería que me arrendaran un vehículo para las ocho de la tarde. Reserven una mesa a mi nombre en el mejor restaurante oriental de la ciudad".
Cuando llegó a su habitación, descubrió que, tal y como le había alertado su sueño, el agua de la ducha salía helada.

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