25 junio, 2009

VIOLETAS DE SANGRE


De repente, todo es oscuro, difumina rápidamente y se convierte en negro, espeso, inescrutable...

La carne es blanca, moteada de dispares lunares que, azarosos, incluso preludian un nuevo movimiento.

Segundos después, un reguero de sangre, lento, parsimonioso, procesional, avanza por las nalgas blancas, también moteadas.

Descubro un sabor en mi boca, agridulce, reseco, con una tonalidad amarga... imposible de olvidar.

Mi mentón está ensuciado y mi lengua algo acartonada. La telilla que une el músculo con el paladar me transmite un relámpago doloroso de fricción y fuego.

Unos dedos retiran de la comisura de mis labios algo viscoso y, sólo en ese momento, dirijo mi mirada al camino que marca la sangre a su paso.

Abro los ojos.

En la pantalla, llueve un agua ficticia, de dibujos animados. Irreal, ajena, seca.

Mis párpados vuelven a derrotarse y siento el desvanecer en un remoto gemido que se cuela por entre los resquicios de los asientos.

Entonces es sólo un color.

Un degradé de violetas que se expande hasta el infinito, colgando de un cuello perlado de brillantez.

El aire susurra composiciones de Mahler y las ramas de los árboles del parque danzan, pizpiretas, la melodía.

Quiero aprehender ese color, ese sabor. Anhelo hacer míos, interiorizar aquellos segundos que, como el agua, huyen por los recovecos de los dedos de las manos cerradas.

Al fondo, testigos de la desesperación, un ejército de hormigas detienen su caminata, inquietas ante mi peligrosa introspección.

Deambulo por senderos terceros, con pasos delicados, como si quisiera dedicar mis caricias al suelo, como el ladrón que se ajusta, con elegancia, el solitario robado del joyero de un desconocido.

Despierto.

La luz se proyecta sobre la pantalla, cegadora. El cine está casi desierto.

Busco, en los bolsillos de mi chaqueta, el cuaderno de tapas negras.

Bosquejo los detalles de un color, las sensaciones derivadas de ese sabor...

Arranco y arrugo la hoja que apenas contiene quince palabras.

Y el color y el sabor retornan a mi recuerdo.

Evocadores, enigmáticos, intrigantes...

Sublimes.

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