08 octubre, 2009

ENSUEÑO ANGUSTIOSO


La habitación se encuentra casi completamente a oscuras.

Una mínima lámpara de pie proyecta un halo de luz sobre una silla de madera desvencijada.

De fondo, el ruido insoportable de metales pesados que entrechocan. Frío, cortante, como las hojas de una sierra eléctrica intentando atravesar el hierro.

Una cucaracha atraviesa el suelo a un ritmo pausado.

De repente, una presencia alerta el caminar del animal, que desaparece, raudo, en las profundidades de la oscuridad, al cobijo del horror.

El hombre, pulcra y rigurosamente ataviado con traje y camisa negra, se adelanta, lentamente, y, con monotonía, toma asiento.

Esconde su cabeza entre las manos y deja que sus dedos peinen la media melena ceniza que le adorna.

Nada parece ocurrir.

El tiempo se detuvo hace varios siglos ya...

Súbitamente, levanta su cuerpo y se dirige a la ventana del fondo de la estancia.

Las calles se encuentran desiertas y el repetitivo retumbar del sonido se convierte en una letanía fúnebre.

Aún quedan charcos de sangre fresca en el asfalto.

El hombre observa con tranquilidad el constante devenir, la imagen que se mantiene inalterable.

Y parece que sonríe.

Dirige su mano izquierda al bolsillo derecho de su chaleco interior y retira el pelo rubio de una melena de mujer.

Lo lleva a su nariz y aspira el olor conocido.Y la fragancia le hace evocar orgasmos pretéritos.

De nuevo deja caer su cuerpo, pesadamente, en la silla.

Cierra los ojos y ve una habitación tenuemente iluminada por la luz que emana de una lámpara de pie. En su centro, sentado a una silla, reposa un elegante hombre vestido con terno negro.

Y en la habitación, el único ser vivo continúa escondido en las profundidades del abismo, visionando la imagen del demonio.

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