12 octubre, 2009

SECRETOS LACRADOS


Amor vincit Omnia...


El lacre sella las páginas de un libro que todavía no he leído.

Cierro los ojos y comienzo a recorrer con mis labios tu pecho, deteniéndome en el cálido aroma de las areolas y el saludo erguido de los pezones al contacto con mi saliva.

El guitarrista frasea una canción de Leonard Cohen, a sabiendas de estar errando en los acordes.

Hormigueo con besos el trayecto que desciende hasta tu oblicuo ombligo, paseando con delicadeza entre la suave piel que se eriza con mi llegada.

El agua golpea en los cristales y el viento azota las contraventanas de madera con crudeza.

Dejo que mis dientes coqueteen con el lazo que adorna el elástico de tus bragas, mientras retiro las mismas para centrarme, en un cadencioso ritmo, en la presión adecuada que mi lengua ejerce sobre tus entrañas recién descubiertas.

Al fondo de la habitación, como en una pequeña hornacina, un retrato de Andy Warhol, policromado y castigado por la cotidianidad.

Abrazo en mi boca todo tu esplendor y me abro paso, mientras tus piernas, tensas, transmiten presión y electricidad sobre mis hombros.

Y la sensación de humedad me llena desde tu interior, mientras tu gemido rompe el lacre...

Y, por primera vez, guardo silencio, buscando la respuesta a mi pregunta en tus ojos verdes cubiertos por tu revuelta melena.

3 comentarios:

  1. Olmedo: me pones los pelos de punta. Es un decir.

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  2. Estimado Sr. Olmedo:

    Me es grato comunicarle que ha superado satisfactoriamente la prueba escrita. Le agradecería que se pasara por mi despacho la próxima semana para la realización del examen oral. Atentamente,

    Sor Rosario

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  3. Estimado Sr. Olmedo:

    Me es grato comunicarle que ha superado satisfactoriamente la prueba escrita. Le agradecería que cualquier día de la próxima se acercara por mi despacho para la realización del examen oral.

    Atentamente,
    Sor Rosario

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