04 octubre, 2009

PENSAMIENTOS


Las paredes se tintaron de burdeos...

Sobre el muro, un par de pensamientos, sostenidos en sus tallos. Vigorosos y, a la vez, delicados.

En el suelo, a los pies de la cama, reposan unos zapatos bicolores, antediluvianos, adornados con un lazo en sus punteras... Su piel, gastada, evoca los caminos avanzados.

Al fondo, en una estantería de madera, los libros de los que nos habremos de despedir, sin haber leído, cuando la negra dama susurre su llamada y el tiempo importe como nunca antes lo había hecho.

En el letargo de la lejanía, escucho tu voz e, inquieto, escondo mi tormento, la pesadilla de haber revivido tus ausencias entre recuerdos y banalidades más propias del colegial que olvidó sus apuntes en el escritorio de casa.

Donde habita la ternura que las montañas de una ciudad de rascacielos impide regalar, en ese oasis de quietud, allí, los sueños transfiguran y se alzan reales y magníficos.

Donde las palabras reiteradas siguen significando lo mismo que la vez primera.

En el paisaje que no fue pasto de las llamas.

En los retazos de esos planes que fantaseabas mientras los vigilantes conversaban para no caer en los brazos del sueño, en esas minúsculas gotas de ilusión que ascendían por mi columna como el relámpago vuelve hasta el cielo, descubrí los vestigios de un futuro reservado para cuando nuestras manos actúen lo que los ojos ya han (pre)visto.

Permití que la danza continuara, a sabiendas que la música ya se había agotado... Y los violines, en su funda, descansaban esperando tu presencia...

Desconozco la distancia que separa mi deseo de tus manos.

Las gaviotas, desnortadas en la metrópoli, chillan que sería capaz de evitar los mares y las alimañas de la noche.

Y, como Sísifo, ascendería, cargando con la rémora de los pasados, para coronar con flores el requiebro de tu sonrisa.

Bastaría el silencio para ratificar el cometido...

Y los pensamientos transmitirían mi mensaje, ése que, a pesar de su repetición, continúa significando lo que la vez primera.

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