04 octubre, 2009

PAISAJE Y DESOLACIÓN


A la Negra Mercedes Sosa, in memoriam...


Madrid es nuestro Dubrovnik particular.

Salpicado de semáforos y bocinazos, con el eco de las bombas retumbando en el silencio de sus amaneceres.

Llueve en aquellos callejones perdidos. Allí donde encontramos el calor del refugio y la soledad de la oscuridad.

Los aspersores, inquietantes como la elevación del monstruo del Lago Ness, elevan su mirada y riegan nuestros abrazos.

Desconozco los resultados, pero todos los síntomas apuntan a un diagnóstico que no deseo evitar.

Y las máquinas continúan hollando la integridad del asfalto, penetrándolo con herrumbre y compulsión.

Los especialistas refirieron las virtudes amatorias de los tiburones pero obviaron que maltratan, con las más crueles dentelladas, el cuerpo de sus amadas antes de copular.

En estos días de estremecimiento y añoranza, siento una especial propensión al llanto, pero limito, como en el refrán, mi queja a la tonada.

La visión, desde las alturas del castillo, de los diferentes colores de las tejas cinceló en mi memoria el sabor, inolvidable, de la repugnancia de las guerras.

Y, a la vez, me descubrí recordando la letra de un tango de suicidio y desamor.

El temor al silbido de las víboras no detuvo ninguna de las andanzas, valerosas, de los caballeros que batallan por sus ideales.

Sobre Madrid, en esta noche que ya ni siquiera es cálida, vuela un avión que no aterrizará en la pista del aeropuerto de destino.

En Dubrovnik, en la plaza dedicada al poeta Ivan Gundulic, un hombre revela sus descubrimientos a la muchedumbre que, hastiada, camina hacia la Catedral. Sus palabras se encuentran cargadas de historias de amores ilícitos y pasiones desbocadas, pero el común le ignora, por temor y abatimiento.

Repaso las notas de viaje y, ahora que los silencios son pausados y detienen la respiración, la canción de los suicidios retorna a mi boca.

Y, como en los partes de guerra, no hay noticias desde el frente.

Y el silencio arrastra un marchamo de inquietud.

1 comentario:

  1. sumergido despues de tanto en un mar de dolorosa pasión, gracias.

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