12 mayo, 2009

DROGAS

La música suena con violencia extrema...

Un tango de Cadícamo interpretado por Gardel.

Después, intenta recomponer algún desajuste mental y asimilar la noticia de la muerte (sobredosis) del antiguo compañero de pupitre (en ocasiones, decir esperado no significa exento de dolor).

No quiere recorrer más noches oscuras y eternas o, al menos, no en la soledad que deparan algunas perdidas de consciencia y rumbo (el mar es inabarcable y las cartas de navegación sirven, únicamente, para los que mantuvieron la capacidad interpretativa intacta).

En su buzón de correo electrónico parpadea el aviso de un mensaje (nuevo) recibido.

No contiene texto alguno y adjunta un documento gráfico.

Presiona repetidamente el puntero sobre el icono, y la imagen aparece, magnífica, radiante... y letal.

Media sonrisa, medida, el pelo largo tocado en un cuidadísimo recogido, la postura desafiante pero cordial (con esa mezcla de cercanía que permite asegurar el carácter intangible, inaprehensible para los que se acercan deseosos a ella...), un fondo de jardín con fuente en el lateral... el sol cayendo oblicuo. La maravilla convertida (perfilada por el cincel del maestro escultor) en realidad, el deseo hecho mujer...

Entonces cierra los ojos, dejando volar su imaginación. Sonrisas (cómplices), guiños (próximos), confesiones (rendiciones), respiraciones (simultáneas) y varias despedidas en madrugadas con temor a besar.

¿Existe distancia de seguridad cuándo se pretende evitar el peligro?

Quiere eliminar la instantánea del archivo de su ordenador, al tiempo que piensa que es irremediablemente inútil, puesto que ya ocupa un lugar (interno) inmune al borrado.

Rebusca en su bolsillo, encuentra la bolsa transparente de plástico y vierte parte del contenido sobre la mesa, alineándolo con cuidado y esmero. Agacha su cabeza y, tras una fuerte inspiración, sostiene el negro que le devuelven sus ojos cerrados.

Vuelve a la comunicación electrónica que le participaba del fin de su amigo.

Asciende el volumen de los altavoces y se repite que, no por casualidad, droga es un nombre de mujer.

2 comentarios:

  1. A donde iran los besos que se van, los besos que no se dan....

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  2. Pasean, con la elegancia de los elefantes, camino de un viejo cementerio de desafío, tristeza y pesar.

    En algunos (muy contados) casos, se refugian en las palabras de esa bella dama que es la Literatura (entendida, quizá como no pueda ser de otra forma, como una batalla ante los fantasmas internos).

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