17 octubre, 2010

LAS COPAS DE VINO


Puede que existan historias que esperan su final.

Las copas de vino quedaron intactas...

Aguardan...

Con quietud y elegancia.

Testigos causales de su derrumbe.

Él pensó esconder su tremenda erección en un cruce de piernas insoportable.

Ella acercó demasiado sus labios a los de él cuando recordaba acontecimientos pasados.

Puede que existan historias que ni siquiera han comenzado.

Las copas de vino se estrellaron contra el suelo.

Rotas, en mil pedazos.

Con fiereza y desolación.

Profetas del pánico que les asolaría.

Él creyó que sus esquivas miradas serían capaces de transmitir más que sus parlamentos.

Ella firmó un pacto con la persistencia, pretendiendo derrocar a la desazón.

Puede que su historia no merezca ni ese nombre.

Las copas de vino.. ¿quién sabe qué fue de ellas?

En perpetuo paradero desconocido.

Quizá cálices que acogían sangre...

Vasos virginales... convertidos tras haber conocido el pecado.

Él abandonó el lugar, tras dar una férrea orden de espera, apesadumbrado y vencido.

Ella... ¿quién se aventuraría a afirmar un sentimiento en femenino?

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