07 agosto, 2010

G.


Tu voz.

Y todo lo demás, el silencio.

Tus ojos.

Y el resto del mundo, ceguera.

Tu sonrisa.

Mientras el llanto reina en el ambiente.

Tu presencia.

En la lejanía, repara mi debilitado existir.

Mis sueños.

Que son nuestros... y son contigo.

Mi vida.

Que ya eres tú.

Que incluso fuiste cuando era imposible.

Un día en albiceleste, predestinado a un sí...

Que es futuro.

Que ya es ahora.

Tu pelo.

El regalo dorado del más inspirado demiurgo.

Tu recuerdo.

Unas fechas en el calendario que tacho en rojo vívido.

Tu otro recuerdo.

El del primer día, el que convirtió en luz embriagadora la mediocridad que imperaba.

Mis horrores.

Que planean sobre una mañana sin ti.

Tú.

Y saber que lo eres.

Y batallar para que siempre lo seas.

Para que tu deseo sea serlo hasta las mañanas de playas, con revistas y cegueras.

Tú.

Reina escondida que mi pecho ansía gritar.

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