14 agosto, 2010

MDVI


Fue en aquel momento cuando se dio cuenta que, ante un horizonte infinito, se había quedado mirando a los dibujos del mantel que cubría la vieja mesa de madera y acariciando, en rítmico y nervioso movimiento, el cristal de la botella de vino.

Iba a decir algo, al viento, a la nada, pero guardó silencio.

Entonces, y con sumo cuidado, ascendió sus dedos hasta acariciar el lóbulo de su oreja derecha y descubrió esos pendientes (de cristal).

Se los sacó con delicadeza, más de la que hubiera utilizado en otro momento, y, de un modo inexplicable, comenzó a pensar en novelas de personajes femeninos... y completó, rápidamente, una lista suficiente.

Desde la terraza de su casa, el amanecer se veía limpio... en una estampa que, a buen seguro, hubiese propiciado algún pequeño texto en aquel cuaderno árabe de tapas florales (si es que... bueno, ¿de qué valía elucubrar?).

Encendió su ordenador y, como una avezada investigadora, indagó entre sus carpetas de imágenes, hasta encontrar lo que buscaba.

Las seleccionó y presionó la tecla "Supr".

Nadie llora cuando elimina archivos.

Quizá sí cuando siente el sonido del papel satinado de las fotografías rasgarse.

En un día cualquiera... en cualquier día.

El viento la empezaba a enfriar.

Pensó que los recuerdos eran esos relámpagos que asolan a su paso cuando uno cree que la tormenta ya ha pasado.

Desde algún televisor, encendido seguramente por olvido, se escuchaba una versión de la canción Everything is broken.

Recogió los pendientes y los sostuvo en su mano derecha de dedos largos, cerrándola con firmeza.

Caminó por la arena, descalza, aprovechando la humedad y dejando tras de sí un reguero de huellas profundas.

Esperaba una respuesta... que no llegaba, que quizá no fuera a existir... jamás.

Se situó junto a la espuma del mar y, al llegar las olas, abrió su mano, perdiendo los pendientes de vista en el agua.

No lloró.

Sintió en cuatro corazones.

Sintió sensaciones diversas.

Y, con uno de sus dedos, colocó cuatro iniciales en la arena, que, luego, borró con los pies.

Mientras lloraba.

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