09 agosto, 2010

LA VIEJA CANCIÓN


"Hacíamos el amor como dos músicos que se juntan para tocar sonatas (...) Era así, el piano iba por su lado y el violín por el suyo. Y de eso salía la sonata, pero ya ves, en el fondo no nos encontrábamos. Me di cuenta enseguida, Horacio, pero las sonatas eran tan hermosas". Rayuela. Julio Cortázar.


Sintió que su cintura era envuelta, en un abrazo de imposible escapatoria, y las luces de neón le golpearon con fuerza en los ojos.

En la calle, el viento soplaba con fiereza.

Pasado el tiempo, ya no recordaba la música que sonaba en aquella discoteca, pero su mente dibujaba, con suma perfección, la escena...

Y el movimiento de sus largas piernas, entrelazadas, en el preludio del movimiento definitivo.

Entonces, cerró los ojos y abrió suavemente la boca, para permitir que los labios de ella se acomodaran en su interior.

En un abrazo distinto, liviano...

Pero, con el tiempo, era impotente para escuchar, de nuevo, aquella canción (sea la que fuere).

Perdió su mano derecha, visitando el camino que llevaba desde la sien izquierda hasta el lóbulo de la oreja.

Y percibió un pequeño mordisco en su labio inferior.

Pasados los años, como en una historia de relatos inconclusos, continuaba sin poder afirmar el sonido que acompañaba y aderazaba ese baile.

Después, ya en la calle, sus ojos se enfrentaron a una madrugada que dejaba paso al amanecer, con su virulento y encarnecido sol.

Con un leve gesto, ella aceptó su invitación y, juntos, corrieron las cortinas para evitar que los rayos de luz revelaran los signos anteriores de sus cuerpos.

Todo el resto de aquella primera noche (que, en puridad, era el primer día) fue una sintonía de gemidos y sonidos guturales, acompasados a las magníficas cópulas.

Un concierto, una música, que el paso del tiempo, sin embargo, no había emborronado en esa memoria selectiva y castigada.

Sonrió, mientras apuraba un cigarrillo que se consumía entre sus nudosos dedos.

Y, descuidadamente, tarareó una canción, el comienzo de una melodía desconocida... y sin sentimiento.

Vacía de todo... menos de significado.

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