25 abril, 2010

LA HISTORIA DE LOS AMORES


Su historia era una más entre las de tantos hombres de amores inacabados.

Unos, por inconclusos.

No materializados otros.

Sentidos... todos.


Y, a pesar de todo, ni el quinto whisky consecutivo, olvidada ya la mezcla con el refresco que lo venía diluyendo, le podía arrancar de su mente la imagen de esa mujer.


Sonriente... ese paraíso de dulzura y placer.

Dubitativa... la inquietud de una vestal que transmite, a su alrededor, pánico e incertidumbre.

Meditabunda... con un rictus pensativo, como si los deseos pudieran disociarse de la actuación.

Sublime... si es que ésa fuera la palabra que pudiera definir la materialización del sueño.


Otro licor más.

Ni siquiera el hielo mitiga la pelea calorífica del líquido deambulando por el organismo.


Un segundo.

El primer picor que le indicó que, tras aquella imagen envuelta en un clásico uniforme de colegio, se escondía un rigor que, en otros rostros y otras voces, jamás le abandonaría.

Otro segundo más.

Una despedida en la que el sol de la tarde languideció y dio paso a un repentino lagrimear que, desde el cielo, pretendió acompañar tu instante de arrepentimiento.


¿Otra vez?


Y el enésimo whisky aún es incapaz de derrumbar su resistencia.

La de una historia de amores inacabados... e interrumpidos.


¿Otro whisky?

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