12 abril, 2010

LA HONESTIDAD


Cuando sientas que tus ilusiones son zarandeadas y golpeadas.

Cuando escuches como sufren su ruptura en mil pedazos irreconciliables.

Cuando inquieras el motivo que te condujo a quebrantar promesas que creías firmemente asentadas.

Otea el tiempo.

Entorna tus ojos.

Y apuesta por la honestidad.

Cuando el silencio machaque tus oídos de un modo en el que no lo haría ni la más atronadora explosión.

Cuando sientas como la lanza, certera, de la indiferencia se clava en tu costado, contundente.

Cuando todo alrededor permita afirmar que, siguiendo un antiguo rito, volviste a enamorarte de un simple, e irreal, personaje.

Siente el horizonte.

Entorna tus ojos.

Y reafirma tu más intima y propia honestidad.

Cuando el sonido de las trompetas, antes lejano, se acerque y sientas, de un modo conciso, el anuncio del final.

Cuando hayas perdido las esperanzas en entregar tu libertad a cambio de un valor más alzado como el amor.

Cuando las lágrimas quieran bañar tu rostro por el recuerdo de ese otro rostro que esquiva tus pisadas.

Fija tu mirada en el presente.

Entorna tus ojos.

Sí, maldita sea, como solo tú sabes hacerlo.

Juega un doble o nada por la victoria de la honestidad.

Y, entonces, cuando nadie lo entienda, comprenderás que el envite habrá merecido la pena.

Que ser derrotado es, en ocasiones muy puntuales, la victoria más preciada.

Cuando de tus labios quiera brotar el insulto irisada más definitivo.

Entonces, créeme, apuesta tu propia existencia por la victoria de la honestidad.

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