04 abril, 2010

LA MÚSICA


Suena la música.

Y vuelves tú.

Releo un poema, escrito entre la angustia y la melancolía de la distancia.

Y añoro tu cercanía para susurrar sus palabras a tu oído.

El cielo de Madrid se ha abierto inopinadamente.

Y el agua ha llorado al no encontrar el largo rizo de tu melena azabache.

Todas las búsquedas hablan de hoteles parisinos, con bellas e iluminadas habitaciones orientadas al Sena.

Y, sin embargo, aún mis números no han bailado la melodía del sueño con los tuyos.

Suena la música.

Ha vuelto a hacerlo.

Traduzco su letra y la nostalgia continúa siendo un páramo insondable.

Y vuelves tú.

Sobrevolando con dulzura.

Aleteando con tu sonrisa y resquebrajando el suelo que me sostiene.

Hoy, que todas las noticias de los periódicos abordan los sucesos más luctuosos.

Suena la música.

Alguien debería de apiadarse de mi espera.

Suena la música.

Todo bajo el cielo (y todo en el cielo) me recuerda a ti.

Investigo metáforas, pero la música se mantiene en el trasfondo del pesar y el encierro.

Y vuelves tú.

Nunca te has ido de mi mente.

Nunca lo harás.

Incluso cuando todo llegue al fin.

Incluso cuando la música cese de sonar.

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