29 julio, 2011

EL NAUFRAGIO




Un cuerpo que se adentra lentamente en el mar.

El viento de la playa es suave.
No ha llovido en el tiempo pasado, quizá en los últimos años.
La madrugada sucumbe ante un amanecer que, perezoso pero impasible, principia su reinado.
Algunos papeles abandonados circulan aleatoriamente por entre los vericuetos invisibles que forma el aire en su tránsito.
El mar, en su movimiento de abrazos, besa al cielo furtivamente.
La arena mantiene una temperatura que, al contacto con la piel plantar de los pies, provoca un mínimo aterimiento.
Él lo percibe, pero su voluntad se encuentre férrea y pétreamente asentada en un frontispicio innacesible al miedo o al desánimo.
Inquebrantable, avanza por el surco de otros pasos, dirigiendo su mirada a un infinito que no se halla confeccionado con tiempo... ni, probablemente, con espacio, ni sensibilidad.
Va arrojando, en su avance, las ropas que cubren su cuerpo, y su destino, como en una línea recta imperturbable, se antoja de insospechada pasión.
Cuando las primeras gotas de agua mojan sus pies, un recuerdo fugaz sobrevuela su mente y, por un segundo, quizá algo menos, un tiempo no mensurable y solo percibido por organismos aventajados, duda...
Sin embargo, el combate no llega a celebrarse, porque el enemigo rehusa luchar y huye del peligro, como los niños (y los viejos) de sus fantasmas.
Y camina en el agua, con paso firme, sendero abierto, hundiéndose.
Y respira fuerte. Primero aire, luego agua.
Y se hunde.

25 julio, 2011

FX-375



Salió de la consulta con los papeles garabateados (incomprensibles para cualquier lector medio que no hubiera cursado estudios relacionados con la Medicina o la Farmacia) y una sensación de inquieta tranquilidad.
El farmacéutico le envolvió la caja y le recomendó que comenzase las tomas un par de horas antes de ir a dormir.
El hombre sentía que su prolongada pasión por el tabaco no iba a concluir por un revolucionario tratamiento médico con nombre de prototipo de vehículo, FX-375, probado con éxito en ratas.
Maldita sea, ¿cómo que FX-375? Y, por Dios, ¿desde cuándo los roedores fumaban?
Continuando una más que asentada tradición, sacó las pastillas de sus envoltorios individuales, las depositó en un frasco transparente y condujo la primera hacia su interior con un trago de cerveza helada.
A la hora y media comenzó a sentir un repentino cosquilleo en la zona del bajo vientre que le recordaba el inicio de una erección.
Apenas ocho minutos más tarde, la consumación de sus presagios era más que patente, y, en una broma interior, se sonrió al felicitarse por superar en medida horizontal a la propia vertical.
Además de eso, y quizá más importante, había perdido sus antes inevitables deseos de fumar antes de acudir a la cama... Ese ritual.
Su mujer cuando le adivinó entre las sábanas, abrazó su presencia con alegría, hasta que, pasados unos veinte minutos, y tras su negativa a aceptarle el cigarrillo del post, le espetase: "¿esas pastillas son siempre así?".
La noche siguiente continuó por los mismos derroteros que la previa y el yermo terreno en el que se había convertido el lecho conyugal era, ahora, noche tras noches, una fiesta que no culminaba hasta bien entrada la mañana.
Fue una madrugada, mientras él buscaba despertar a su esposa, con calculadas caricias y besos furtivos, cuando las alarmas se encendieron.
La voz que escapaba por su boca no se compadecía con las órdenes que su cerebro dictaba.
Y cundió el pánico.
La mujer le miró extrañada.
Él era incapaz de coordinar su léxico y la perorata parecía construida por un joven mocoso que apenas ha descubierto los sonidos de las sílabas conjuntadas.
Abrió su ordenador y descubrió que se estaba investigando una sospechosa ola de suicidios en todo el mundo.
Las primeras autopsias revelaban la presencia, en los cuerpos de los finados, de los componentes de un revolucionario medicamento de ataque contra la adicción al tabaco.
Trató de hablar... pero no pudo.

EL CORREO



Buzón de correo electrónico. Carpeta de mensajes en estado "borrador":

Primer mensaje. Campos del destinatorio principal y otros copiados vacíos. Ningún título reseñado.
Texto del mensaje: Este borrador no será enviado jamás. O, por mejor decir, no será enviado en los próximos días.

Segundo mensaje. Destinatario principal: aoj@hotmail.com. No obran anotaciones en los campos de "copia", ni título.
En adjunto, un documento extensión ".doc", con clave de acceso.
Texto del correo: Estimados cabrones. Cumpliendo con el contenido de la estipulación cuarta del contrato que suscribí con ustedes, en fecha 1 de octubre de 2000, sirva la presente para comunicarles mi firme e irrevocable deseo de asdf asdf asdf asdf qwerty qwerty qwerty qwerty yyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy.

La carpeta de mensajes enviados se halla completamente vacía.

La carpeta de mensajes recibidos cuenta con los siguientes archivos:
Primero. Enviado el día 21 de julio de 2011, a las 20.32 horas GMT.
Título: Hoy puede ser su dia mas especial (sin acentuar en el original).
Dirección de envío: aw1@gmail.com
Destinatario: Listra truncada.
Texto. Alargue hoy su pene y dele a su vida una nueva redacion. Por solo 88$ recibira paquetes 30 de magica pastilla por crecimiento viril de los miembros propios. Orden gratis (redacción original).

Segundo. Enviado el día 22 de julio de 2011, a las 21.15 horas GMT.
Título: Despedida. Nuestro adiós.
Dirección de envío: ia@nw.com
Destinatario: sh@bs.en
Texto. Olvida todo lo vivido. Las caricias, los lugares, las palabras, los sueños, las manos cruzadas... los besos. Ya nada nos pertenece. Y, por supuesto, adiós.

19 julio, 2011

LA MANCHA DE LA PARED





Apareció, de súbito, en la pared.

Llamó mi atención y, con un indudable rigorismo, arrodillé mi compostura frente a ella.

Nos hablamos con el silencio respetuoso de los enemigos íntimos.

Y esuché sus palabras con una suerte de temor reverencial que recordaba a las tardes de oración en una capilla escolar y preadolescente.

Concentré mi visión en los abultados montículos que el agua había ocasionado en el relieve, antes llano, de la pared.

Su accidentada geografía se antojaba el tortuoso camino recorrido hasta alcanzar una meta en la que, sorprendentemente, un senderista más aventajado, o quizá sonreído por esa azarosa fortuna, ya había clavado su bandera cuando la vista nos revelaba la ansiada cumbre.

La mancha de humedad, que ennegrecía los perfiles blanquecinos del marco de la puerta, entonó una salmodia que principiaba el relato de tu huida.

Y mi mente quería escuchar la voz de Tom Waits.

Pero el idílico concierto se resquebrajaba y perdía en una afonía críptica y de los más inquietante.

La mancha de la pared retrocedía lentamente, desapareciendo con elegancia y sutileza, mientras invocaba momentos pasados que, de un modo u otro, no iban a regresar; que, de la más vil de las maneras, habían sido arrendados a los resortes cautivos de una memoria nostálgica y etílica.

Las rodillas se quejaron del mantenimiento de una incómoda postura y agradecieron el balanceo del peso del cuerpo, como el trago de agua que, apenas, sofoca por un instante el desasosiego del caminante en el desierto.

La mancha de la pared se despidió con una sonrisa esquiva, demasiado familiar.

Supo que su ausencia propiciaría una presencia más que acusada.

A veces, solo a veces, sueño que se encuentra contigo, a tu lado... Y que te susurra mis palabras al oído...

Pero no sonríe...

17 julio, 2011

LA TIERRA DE LOS CAMINOS



Escudriña los recovecos de palabras aparentemente inofensivas.


Descubrirás que, como en el atrezzo, la vuelta de los objetos esconde lugares más atrevidos y desconocidos.


Cuando accedas al universo onirico, no olvides depositar, en la cancela de entrada, tus seguridades y tus más firmes convicciones.


Hínchete de valor y tolerancia. Serán tus más útiles aliados si la representación transita por unos lares improbables en la arquitectura realista de la misma noche.


Y, después, en el frío sudor del sobresaltado despertar, tratarás de recordar dónde estuviste, el lugar que ocupaban aquellos objetos, las palabras dichas, los testimonios revelados... pero todo se encontrará cubierto de una más que espesa nebulosa.


Te tranquilizará comprobar que, a tu alrededor, nada ha cambiado.


Que su cuerpo se mantiene, girado y tranquilo, acompasando su respiración al vaivén delicado del descanso... que las pantallas de los dispositivos electrónicos y sus sistemas luminosos de alerta permanecen en la más honda y placentera quietud.


Pero, en el fondo, ese diagnóstico favorable no servirá de nada.


El sueño volverá a combinar sus golpes para vencer tu resistencia y atisbarás, apenas en el recodo del camino iluminado, la puerta de entrada al jardín de lo no reglado, a la anomia de las configuraciones mentales...


Y odiarás desvanecerte en esa duermevela sensible que mantiene vívidos tus instintos y percepción.


Lo odiarás, créeme.


Yo ya ensucié las suelas de mis zapatos con la tierra de esos caminos.

13 julio, 2011

EL JUEGO DE LOS ESPEJOS



Juegos de espejos.


Quebrados.


En los que la imagen devuelta es una parte microscópica de la real...



Y, a su vez, entidad propia con vida autónoma.


De la vida, compartida y con heridas.


Juegos.


Enemigos de lejos.


Vidas cruzadas.


Aromas vívidos.


Espejos.


Palabras susurradas.


Miedos en el exiguo límite del precipicio.


Temblores.


Juegos de espejos.


Victorias parciales.


Guerra continua.


Frentes abiertos. Frentes abiertas.


Sangre que huye, pero no se diluye.


Juegos. Espejos.


Las imágenes perdidas.


Fragmentadas.


Las visiones recuperadas.


Las palabras interrumpidas.


Los pensamientos obnubilados.


El espejo.


El juego.

10 julio, 2011

I. Y EL SUEÑO


I. decidió no ser I.

I., incluso, introdujo sus propias reglas en el juego.

I. definitivamente, era feliz en un escenario de complicado y arriesgado equilibrio adaptativo.

I. besaba sin mirar a los ojos, pero solo cuando su mirada se clavaba como alfileres envenenados.

I. se limitó a negarlo (todo).

I. no supo asimilar que la vida se diluía en yerros... y en recuerdos... y, por supuesto, en silencios.

I., bueno, I. recordó poemas... y los recitó en silencio... y se mofó de su carga acentuada de rigor sensitivo.

I. me saludó en sueños.

En mis sueños.

LA PALABRA PERDIDA


Vamos a dejar que sean las palabras perdidas las que relaten la historia.

Los periódicos afirmaban que dos noches de lucha no alterarían el sentido de la batalla.

Mis planos, seguramente, estaban errados.

Puede que la música de la madrugada fuese, en realidad, el letárgico despertar del amanecer.

La velocidad de percepción de los acontecimientos disminuye conforme nos acostumbramos a la delgadez de la línea del precipicio.

Si me buscas entre los derrotados, al menos, hazlo por los restos de cadáveres que quedaron sembrados en el infinito armisticio firmado por lo que nunca conocieron el sabor de la derrota.

Si algún compositor dedica su tiempo a componeer la melodía de nuestro pesar, entrégale el dulce staccato del puñal que resquebrajó mi interior.

Cuando, de modo inquietante, percibas que tus sueños son sobrevolados por el infalible hálito de los recuerdos, olvida cerrar tus párpados y camina descalza el rudo sendero de los insomnios.

Descubrirás cómo el firme araña la estabilidad de la piel de tus pies y, de un modo constante, desequilibra la presteza de tus movimientos hasta dirigirte a un naufragio mudo y quedo.

Interroga al viejo de la esquina si deseas persuadirte de que compartimos aquellos pasos que se separaban como los mares asustados por el galopar de los caballos.

Y recupera una sola palabra.

La que rompa, con sencillez, el candado que aprisiona los silencios.

05 julio, 2011

SILENCIO ENCADENADO



"Love, why do we one passion call?When 'tis a compound of them all;Where hot and cold, where sharp and sweet,In all their equipages meet;Where pleasures mixed with pains appear,Sorrow with joy, and hope with fear". JS.



De acuerdo.

Camuflemos la verdad, escondiendo nuestra mentira.

Y olvidemos lo pasado (y el pasado).

Desconfiemos de nuestros recuerdos hasta sentirnos lunáticos.

Escribamos un nuevo pasado para borrar el viejo acontecer.

Pensemos que, aquello que hace temblar las previamente asentadas columnas, tan solo, era la brisa de un huracán.

De acuerdo.

Prosigamos nuestros caminos. Sembremos más tierra entre su bifurcación.

Disculpemos los arrebatos por la quietud de los silencios.

Abracemos al infame remordimiento en la libertad de los saltos, entre peldaños, en la escalera.

Descubramos nuestro envite sin cartas cuando la mano ya se encuentre rota.

Reprochémonos la insólita capacidad de obviar... todo.

Emborronemos los recuerdos de las calles, de los vehículos aparcando en doble fila, de las obras urbanas que conforman un paisaje devastado pero evocador.

Y, sí, esquivemos la realidad en gestos serperteantes que restauran mínimas negaciones apuntadas en el aire.

Erremos en la medición por metros y aceptemos que un milímetro es menos insignificante cuando más importa.

De acuerdo.

Bailemos un vals separados por la corriente de voces que nos chillan al oído.

Discurramos, permitámonos vagar por la soledad de los pasos abandonados en las noches.

Reiteremos que todo es mentira .. que lo fue siempre... que debía serlo.

Desdigámonos de nuestras creencias, blasfememos sotto voce un Padrenuestro, mirémonos de una vez (y más de una vez) a los ojos (ésos) de alguien en quien ya no nos encontramos.

Resistamos el miedo a confiar nuestros secretos en la duermevela.

Suscribamos un acuerdo transaccional con el olvido y la compasión.

Desdibujemos las imágenes de lo que nos entregamos.

Sonríamos las lágrimas que brotan del inconformismo del quebrantamiento.

Sostengamos la acelerada pulsación que golpeó el corazón cuando esgrimimos nuestra gallardía (apenas recién vencida).

Atesoremos esos momentos.

Construyamos una gran pira en la que las llamas reflejen nuestra levedad.

Acentuemos la punción que provocó la suave incisión en aquellos labios abiertos.

Retemos a duelo a los enemigos imaginarios que se alzan en torres habitadas por lúgubres fantasmas que nos visitan en el recurrente insomnio.

Apacigüemos la creatividad, para que la lírica no preñe de versos nuestra conocida derrota que, para muchos, sería un camino de victoria.

Y, sí, de acuerdo, sepámonos en el mitad del camino hacia ningún lugar.

Tan lejos en nuestra cercanía, tan imposibles por probables, tan iguales en nuestra diferencia, que solo el silencio nos podrá reparar...

Que, quizá, en suma, sea el silencio el que nos haya de separar.

03 julio, 2011

EL RETRATO PASADO



La luz eléctrica baña la habitación.



La ciudad escupe fuego desde el cielo. Rebota en el suelo y asciende en un peregrinaje constante hacia la cúspide.



El reloj digital cambia, repentinamente, la hora y el día.



Los muelles de la cama despiertan su quejido rítmico y herrumbroso.



Es un día intermedio de la semana del armisticio.



De fondo, tan solo se escucha la madrugada.



La estructura metálica soporta libros pendientes de lectura, discos estuchados en cajas de plástico y adornos incomprensibles de lugares universales.



Las luces de los edificios de enfrenten, que se dibujan desde el tremendo mirador del ventanal, saludan la noche con intermitentes apagados y encendidos.



Las furgonetas lanzan los periódicos de un mañana que ya es hoy.



La luz cenital se quiebra en repentino apagón, posiblemente provocado por el impacto de un objeto contundente.



Las sirenas de la policía alarman sobre la huida de las fieras del zoológico.



Ambos saben que su mundo compartido se encuentra dirigido por leyes que, más que diferentes, resultarán incohonestables.



Todo ocurre impregnado por la velocidad y la excitación.



Y, en el fondo, coronando alguna privilegiada esquina de la estructura metálica, el pasado sonriente de un presente que saltó en mil pedazos y cuyo futuro es tan dudoso como predecible.



Los ascensores no se detienen en los pisos impares.



Los dibujos en los libros no siempre descubren lo que quieren revelar.