Ella se volvió y dijo: "Mi madre sintió algo así".
Entonces lo entendí todo.
Antes habíamos estado bebiendo unos cuantos tragos en una fiesta en la que sobraba alcohol y gente a partes iguales.
El calor en las habitaciones era insoportable y la humedad se podía guardar en pequeñas botellas transparentes.
La música atronaba desde los altavoces.
Ella sonreía y bailaba de un modo terriblemente sensual.
Su pecho se contoneaba al ritmo de la canción.
Cerraba los ojos, de un modo entre coqueto e ingenuo.
Se sabía el centro de muchas miradas.
Sus piernas eran larguísimas y el mínimo pantalón corto vaquero las hacía aún más interminables.
Su melena rubia se precipitaba por su espalda a una vertiginosa velocidad.
De repente me miró.
A los ojos.
Con seguridad y fiereza.
Me apretó a su cuerpo y casi sin poder reaccionar me susurró al oído "Take me out".
Más tarde, en el coche, ella adoptó una postura inverosímil.
Me cogió con fuerza y me introdujo hasta su interior más secreto.
Suspiró varias veces.
Se encrespó.
Salió.
Se tumbó frente a mí y volvió a introducirme.
Obvió los relojes y los sentidos.
Tras varios minutos, me separó (en silencio).
Comenzó a vestirse.
Se volvió y dijo: "Mi madre sintió algo así".
Guardo tres segundo de silencio.
Y remachó: "Pero ella no consintió".
Entonce lo entendí todo.
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