Es el horror del viento cuando amanece.
El error de tus pasos desnortados cuando todo ha acabado... ya.
Y las calles vacías, pero gritando tu maldición.
Boqueas.
Corres.
Paras y tu corazón pareciera rehuirte.
¿Dónde estás?
Los pájaros afinan sus melodías.
Las cucarachas retornan a sus agujeros.
Los coches trazan curvas en dirección contraria.
Madrid está agonizando.
Fue el cuadro que pintaron los vencidos.
Vuelves a lanzarte en un vertiginoso descenso.
Escuchas el agua de una fuente gotear.
Sientes miedo.
Pánico.
Atroz.
Boqueas.
Y solo entonces descubres que estás parado.
Agachado.
Sosteniendo tu cabeza con las manos entrelazadas.
Ves que el suelo se comienza a teñir de sangre.
Escarlata.
Tuya.
¿Dónde estás?
El horror ya no es el viento.
Y parece amanecer.
Pero es el atardecer de tu final.
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