04 febrero, 2010

CORREO ELECTRÓNICO


------------------------------------------------------------------------------
Von: emc@hotmail.com
Gesendet: Samstag 14 Februar 2010 23:59:59 +0200
An: ???@gmail.com
Cc: emc@hotmail.com
Betreff: Nuestro San Valentín
------------------------------------------------------------------------------
Pensé, guiado por esa irremediable sensación de fatalismo que me persigue durante los últimos días, que la conexión WI-FI del hotel del Baumgarten (distrito XIV de Viena) desde el que te escribo no funcionaría (quizá hubiese resultado mejor así).

Las gaviotas no vuelan por el inmaculado cielo de este suburbio de la Baja Viena, y, sin embargo, aún no he conseguido arrojar de mis oídos el estridente chillido de aquéllas que nos acompañaron la noche en la que volviste tu cara a mi horror.

Aturdido y completamente ebrio (continúo sin superar mi fobia a volar), llegué hasta este lugar en busca de la casa donde nació el artista que siempre te fascinó. Puedes considerarlo como una especie de homenaje o, simplemente, una marginalidad (mía) más.

Te sorprendería conocer que su casa fue derruida y que, en su lugar, levantaron un edificio antipático e impersonal de viviendas unifamiliares, el cual, a buen seguro, encontraría mejor acomodo en el infame asfalto de tu recurrente Madrid (la única ciudad capaz de actuar como la más adictiva y catastrófica de las drogas).

Mientras paseaba de vuelta hacia el hotel, me llamó la atención una figura que deambulaba por la acera lentamente. Era un hombre desaseado, cubierto por recios y sucios ropajes, y que acogía en su regazo a un gato maloliente. Su desaliño le hacía aparentar una edad más avanzada de la que realmente debiera tener.

Me miró a los ojos y tras un doloroso temblor, como en un quejumbroso crujido, me espetó: “deberías poder sobrevivir sin su amor”.

Hoy, o cuando quiera que leas esta (mi última) confesión, espero que seas muy feliz y que entiendas porque mi cuerpo duerme ahora el sueño final, mientras la sangre aún resbala por el brazo que acogió la mezcla de polvo blanco y marrón.

Si sirve de consuelo, en el baúl que guardaba mis viejos enseres, sí, aquel que dormía a cielo descubierto en la terraza, permanece escondida una lámina de Klimt, enmarcada, esperando ocupar el lugar en tu corazón que yo no acerté a llenar.

Tuyo (que lo fui).

S.

No hay comentarios:

Publicar un comentario