18 noviembre, 2011

LOS RECUERDOS

Y, a pesar de que ahora ya nada importa, siento inquietud al desconocer el lugar donde tus párpados descansan su ajetreado devenir.
La lágrima recorre mi rostro hasta alcanzar la comisura de mis labios, trasladando el amargo sabor de la distancia y la indiferencia.
¿Cuándo se quebrarán los cristales de esta gigantesca pecera?
¿En qué momento el oxígeno va a dejar de acceder a mi cerebro?
Algunos libros van a narrar esta decepción sin reparar en el antiguo carácter devastador de los silencios nocturnos.
Las flores se marchitaron en el alféizar de mi ventana, en el que la nieve habitó con desmesura.
¿Qué significa expiar?
Recuperando archivos que debían de residir en un lugar menos accesible, principiamos el sendero sin vuelta atrás.
¿Dónde se hospedan las viejas damas que relataban el futuro de un porvenir ya vivido?
¿Quién nos mintió?
He marcado en el mapa una cruz roja en aquellos lugares en los que dibujamos nuestra estrella sin luz.
Me gustaría olvidar los acordes de aquella canción... que dispara, impasible, como un frío y calculador francotirador.
Algún viejo trastornado arranca, en el parque de al lado, los sellos de las postales que decidimos arrastar a la basura.
¿Por qué no supimos viajar sin preguntarnos el horario de llegada del pasaje de retorno?
¿Dónde guardo tus recuerdos?
Trasládale saludos de mis miedos.

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