12 diciembre, 2009

ARMISTICIO


Para bien o para mal, esta fría noche, las palabras brotan con fluidez y honestidad.

He resquebrajado la cartulina de las fotografías de viajes pretéritos.

He olvidado los cánticos de antiguas sirenas.

Para bien o para mal, el viento que sopla en esta inquieta madrugada tan solo me habla de ti.


El teléfono avisa de llamadas que he evitado con disimulo.

El buzón de correo electrónico sobrepasa los límites de capacidad con mensajes que no voy a leer.

He firmado un armisticio con mi integridad.

He asesinado a los pequeños especímenes verdes que poblaban mi escritorio.


Y he vuelto a divagar.

He retornado a composiciones que dormían en el vacío de los archivos escondidos de la vieja computadora.


La mujer que anuncia el tiempo atmosférico refiere, con sonrisa artificial, una aluvión de borrascas.

La Bolsa de Nueva York caerá varios puntos durante la próxima semana.

Pero todas las noticias son irrelevantes cuando sueño tu cara dormida en mis hombros.

Las hecatombes mundiales ocupan apenas un suelto al imaginar tu sonrisa entre apertura y cierre de puertas acristaladas.


Me arrepentiré, un segundo después de teclear su publicación, de haber permitido que estas palabras vean la luz.

Y las tormentas golpearán mi interior pensando que hubiera sido más oportuno reformular mis agasajos.


Hoy he vuelto a divagar.

Para bien o para mal.

En esta fría noche.

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