15 diciembre, 2009

TIRADA DE DADOS


Toute penseé émte un Coup de Dés. Stéphane Mallarmé.


Es curioso, jamás pensé que el sonido de los dados provocara este enorme temblor.

Los poliedros coquetean con el viento, mientras ululan un tintineo cargado de achaques azarosos...

Y pavor.

El viejo Stephane se ha revuelto en su tumba, arañando con los dientes el fieltro que recubre su más eterna morada.

¿Qué pensar cuando, de antemano, la suma será insuficiente para seguir (que no siempre es continuar hacia adelante)?

Más de cien años después, el filósofo hojea el texto de las entrevistas concedidas... Y mataría por haber guardado el más sepulcral de los silencios. Y, se sorprende, porque reconoce, en los más íntimo de su pensamiento, un, hasta ahora, velado instinto asesino.

Los dados siempre rebotan... para caer, para posarse, para pasar.

Viví un día en el que tuvieron cobijo las cuatro estaciones... y sobreviví.

Encumbré al altar de la especialidad lo anecdótico... y desmayé, presa de la desesperación de tu ausencia.

De fondo, y aunque pudiera resultar utópico, los duendes agitan un gigantesco cubilete de dados con puntos erosionados y gastados...

Como las líneas que el agotamiento y el ansia perfilaron en el arco de mis ojos.

No creo en el futuro que me empeñé en detallar entre metáforas y circunloquios... pero mataré, como el filósofo, por superar todos los obstáculos, por remontar la corriente del río, por resquebrajar los confines de lo previamente asentado.

Desconfiaba del batir de esos dados que, entre púrpura y escarlata, motivaron un mañana sin noticias de ayer.

Cuando los cubos descendían por la pendiente del arco iris de color, algún avión tomaba tierra en la tierra del azar...

Y los pensamientos florecían.

Y las rosas se secaban sin morir.

Y los dados ahogaban mi suerte en el mar de un archipiélago en el que los colores del arco iris bailaban un bello minué con los copos de nieve.

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