02 septiembre, 2009

LITERATURA DE SECRETOS Y MENTIRAS


"Gente nace y gente muere cada día, los demás nos limitamos a estorbar. Y jugamos a secretos y mentiras, y después nos lamentamos, qué viva el ser humano, la gente grita, hey, hey". Secretos y mentiras. Nacho Vegas.

Jamás inventarían, imagino, que un afortunado quiebro, muestra inopinada de reflejos que asumían ya perdidos, les salvó de estampar su rostro en la señal de tráfico que, impertérrita, observaba su ascenso a los cielos nocturnos (que comparten denominación con los infiernos subterráneos) de una capital ajena...
O, al menos, a un creador insomne no se le pasaría por la cabeza. Ni tan siquiera en esas interminables noches en las que el artífice navega en busca de una simple concatenación de palabras ingeniosas y, sin embargo, su mente solo le devuelve, repetitivamente, un indigesto "te amé hasta Manhattan". Aun cuando él nunca tuvo la valentía suficiente (y necesaria) para cruzar el charco (quizá, ningún charco).
En todo apunte literario, puede que incluso en todas las vivencias (que, a final de cuentas, no son más que derivaciones creativas de cada cual), existe una combinación de secretos y mentiras que abarca desde los personajes, las situaciones en las que éstos desarrollan sus peripecias, así como las propias actuaciones que se presentan al lector.
Cabría conjeturar, en todo caso, si los episodios escondidos (las caras b de ese disco que nos empeñamos en grabar con una música que no nos pertenece y con letras cuya composición termina por antojársenos insostenible) no alcanzan una mayor dosis de realidad (que conjuga con el patetismo de la ficción).
Evocar fantasmas subraya el talante de aquel que desdibuja sus temores y los atribuye a los personajes inventados sobre el papel... La piedad es una virtud que compadece las concesiones y el cariño con el que se perfilan los rasgos de nuestro alter ego.
Sin cierta pasión (que es dolor atribulado), la existencia pierde la esencialidad de su carácter.
Los trovadores aún mantienen que las virtudes de la amada son más importantes que sus facciones. Bella declaración de intenciones que nos encamina a una errática exploración y, en ocasiones, a la gratuita adjudicación de las mismas a algunas beldades (y no verdades).
Ulises escuchó el canto de las sirenas y se personificó en el alzó como el primer trovador histórico.
Supongo que la señal tampoco debía estar allí, pero se encontraba, hierática, fría, como la isla rodeada de cadáveres en las que habitan las sirenas...
Pero, probablemente, la suposición también participe del secreto y la mentira.

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