13 abril, 2011

IXTAB



No hay cuerda que sostenga mi inusitada inquietud.


Ningún cielo se encuentra lo suficientemente arriba como para limitar mis sueños.


Se agotó el carbón negro que pretendía ensuciar mis mejillas.


Ixtab.


Los libros sobre el honor samurai... ¿acaso los he olvidado?


El patíbulo, la horca, el horror... ¿dónde se hallan ahora?


El miedo al futuro es patrimonio de los egoístas... ¿suponen que vivirán en el infinito?


Ixtab.


Seppuku guiando la presencia hacia el paraíso final.


Esas palabras repetidas que concluyen en una macabra sonrisa definitiva.


Despedirse no es, simplemente, susurrar adiós.


Ixtab.


Mientras los rayos de sol continúen calentando este lecho...


Cuando algunos viejos amigos olviden accionar el timbre de mi hogar...


Si las manos largas y delgadas que pueden cambiar los días en noches ya no palpan mi piel...


Ixtab.


Olviden las letanías aprendidas.


Ixtab.


Solo Ixtab.


En el lugar en que el alma repose y repase su añoranza.




Allí, solo Ixtab.

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