20 junio, 2010

ALLÍ


Allí.

Donde la luna nos bañó con su blanca luz de deseo.

En los pliegues escondidos de los amaneceres más apasionados.

Allí.

En ese lugar que descubrimos casi por casualidad.

Allí.

En los recuerdos olvidados, en la sede de las más plácidas y lunáticas ensoñaciones.

Un escondite para la sensibilidad, un remanso de espacios escogidos para la eternidad.

Allí.

Es curioso cómo encontramos nuestros episodios aventajados cuando apenas existía una mirada común.

En un feudo que desconocía las palabras y los latidos del acompasamiento que nos regalamos... para, después, olvidar.

Allí.

Hoy he sentido esas mismas punzadas.

Como en aquellos escondrijos abiertos, cubiertos de tambores... y dolor.

Las campanadas de la iglesia han vuelto a sonar... y es una sinfonía electrónica que ahoga mis respiraciones interrumpidas.

Allí.

En un cruce de caminos en el que el mar dibujaba, y lo seguirá haciendo durante siglos, una curva sobre tu espalda desnuda.

El esquivo inicio de lo que comenzó como sueño para mutar en horrible pesadilla.

Allí.

El templo de un cúmulo de adjetivos convertidos en futuribles baldíos y yermos.

En la guarida descubierta de las fieras que escaparon de sus prisiones oscuras.

Allí.

Vuelve a caminar por esas calles en las que aguardé tu primer sí.

Allí.

Donde me prometí nunca jamás regresar.

2 comentarios:

  1. Donde la luna nos bañó con su blanca luz de deseo.

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  2. EB dixit: "Es mentira que el deseo siempre es verdad".

    Es más, quizá, haya barcos que se saludan sin saber si siguen la misma dirección o, incluso, si navegan el mismo mar (si es que hubiera diferencia entre las aguas).

    Y barcos repletos de deseo... y barcos repletos de amor...

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