30 junio, 2010

CONTRASTES (DE ROJO Y NEGRO)


Eres roja y negra.

Quizá no un negro inamovible, pero sí lo suficientemente intenso como para herir (que es dolor y es doler).

Los espejos se han quebrado y mi imagen, como antes, tampoco se refleja en ellos.

Sorprendida, adviertes que tu silueta no se encuentra plasmada en los pedazos de cristal (y, curiosamente, recuerdas una anécdota interpolada en una novela que decidiste no acabar... para no cuestionarte con sus preguntas).

Eres roja y negra.

Los discos de vinilo se han estropeado y su música ya no es la ópera que soñaste compartir en palacios temporalmente arrendados.

Las banderas ondean sin sentimiento entre un viento cuyo nombre de pila fue aire... y ruido.

Los músicos han guardado sus instrumentos en las fundas de piel y, en la barra del bar, comentando que los encontraron desafinados durante la actuación... pero nadie pareció percatarse.

Los viejos camareros han olvidado tu presencia y guardan sus secretos juegos de palabras para impresionar a otras mujeres que, sin embargo, no adivinan la pureza y altura del artificio.

Eres roja y negra.

Ya no contestas a las misivas.

Ya ni siquiera las esperas.

Te has vuelto roja y negra.

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