12 junio, 2010

LA TABERNA


Ayer me hablaron de ti.

Fue un comentario negro (y de negro), deslizado en el desarrollo de una conversación, hasta ese momento, intrascendente.

Y el tiempo se retrotrajo a otros momentos dibujados con líneas negras en la bóveda y luminosidad de estrellas que desaparecían ante arrolladores amaneceres.

Ayer me hablaron de ti.

Y fue todo negro.



Hoy, ahora que todo ha comenzado a rodar, me invitaron a una taberna JJ.

De repente, y ante mi negativa inicial, pensé en un libro sobre Dublín y en el libro de Dublín.

Recordé, como por casualidad, un día, pero no cualquiera, en la terraza de una ciudad en llamas.

Y un cuchillo lastimando la fiereza de un rojo pasional.

Sonrisas y besos que, quizá, no existieron.

O que, de hacerlo, no se secuenciaban a idénticas pulsaciones.

En el patio interior, en el que se esconden los monstruos que me visitan cada noche, se escuchaba el tintineo de las gotas de agua sobre la marquesina.

Llovía, no tan inesperadamente.

Y todo era negro.



Caminé hasta la mínima biblioteca.

Extraje el volumen y leí varias páginas...

Introibo ad altare Dei.

Lo devolví con el aterrador sentimiento de descubrir que estás accediendo a un recinto en el que, todavía, no esperan tu visita.

Quizá nunca lo hagan...

Y lo más que puedas celebrar sea el robo de sensaciones vividas a diferentes ritmos.



Dentro del libro, todo era negro.

Fuera de él, nada existía.

4 comentarios:

  1. Todo se está convirtiendo en muy triste.

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  2. Puede que ya estuviese convertido.

    O que, en su más íntima naturaleza, solo existiese la tristeza.

    Gracias por visitar el Refugio.

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  3. Dudo que su intrínseca naturaleza (de "todo", del Refugio, del autor...)sea triste. De hecho, no siempre ha imperado la tristeza entre estas páginas...

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  4. Sí, dudar es una actitud ética y estética muy comprometida en la existencia.
    Incluso, en algunas ocasiones, podría tildarse de honesta.
    La tristeza, como muchas otras damas, es una fiel compañera que, cuando aparece, lo hace cargada de rigor... y majestuosidad (que es la reverso plácido del reinado).
    Gracias por, asumo, revisitar el Refugio.

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