03 julio, 2009

EPITAFIO DE PASIÓN


La última voz escapó del armario cerrado.
Las sábanas, embebidas del semen madrugador, levantan su plegaria descreída al cielo.
Los cuerpos desnudos, ebrios de pasión, mantienen su liturgia de conjunción.
Los ropajes, calmos y reposantes en el suelo, confían en el eterno crepúsculo.
La mujer del servicio de habitaciones, hierática y discreta, disculpa los estentóreos gemidos.
La postrera exhalación fue una despedida del existir.
Emborrachemos de realidad las palabras para que vomiten los restos de la vivencia.
Traspasemos la frontera del infierno para ahondar en el pesar que nos inunda.
Las llamas del Averno fueron sofocadas por el reducto de realidad expulsado.
Las cabezas de los dioses vencidos en la batalla del existir ruedan en nuestras dilatadas pupilas.
Sonreíste, desnuda y frívola, mientras el frío filo del revólver se acercaba a tu sien.
Mis últimos restos en la comisura de tus labios saltaron por los aires en el segundo ulterior al disparo.
La sangre ensució la alfombra persa que confortaba tu inane expresión.
Si me esperas a las puertas de las llamas... descubrí que en el cargador tan sólo había una bala.

1 comentario:

  1. Dicen que entendemos las cosas en función de nuestra propia experiencia. Y, sin duda, es así. Me pasa con tu texto, desgarrador e inquietante. Mi cargador también tenía sólo una bala....Porque la historia de Romeo y Julieta no deja de ser una fábula más. La vida siempre nos lleva al límite y en ningun caso termina bien...ni cuando termina.

    Me atrevo a comentar...ya ves!! Todos cambiamos!!! Todos mejoramos....Todos compartimos algo más que aire.

    Besos mil.

    ResponderEliminar